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El Verano de Los Bravos
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El verano en Madrid era criminal, las camisas se pegaban al asiento, te faltaba la vida. Contábamos los días para Agosto.
Y por fin llegó. Esa noche desempolvamos la sombrilla, doblamos los bañadores en la maleta, y llenamos la fiambrera para el largo viaje. No nos olvidamos de meter en el bolsillo de la mochila La Cinta. Llegar a Benidorm sería una larga odisea.
Esa mañana mi padre bajó temprano a subir el equipaje a la baca del 1500, sobresalía un poco la sombrilla. Mientras, mi madre nos despertaba. Tomé el Cola Cao, y palpé preocupado la mochila. La Cinta seguía ahí, preparada. Como se perdiese, a mi padre le daría algo, faltaría el ritmo de las vacaciones.
Arrancamos rumbo a la playa, pero a los 100 metros, el primer semáforo. Abrimos las ventanillas. Las 8 de la mañana y ya un calor de mil demonios. En el coche de al lado sonaba I Don’t Care. En nuestro cassette, La Cinta llevaba sólo como un minuto, así que Black is Black encaraba el estribillo.
El otro conductor miró a mi padre y sonrió. ¿Benidorm también?
Hoy, 50 años después, palpo mi bolsillo mientras tomo el café. La Cinta sigue ahí, aunque la tengo que conectar al coche con un aparato especial a través del bluetooth.
Mi mujer prepara a los niños, yo ya metí la sombrilla en el maletero. Arrancamos. El primer semáforo se pone en rojo. Abro la ventanilla.
El coche de al lado tiene una canción rap que suena al demonio. Subo el volumen al Black is Black, pero cierro la ventanilla sin mirar al otro conductor y pongo el aire.
El planeta gira, en Madrid te achicharras en verano, Los Bravos seguirán sonando en mi coche para empezar las vacaciones.
Y por fin llegó. Esa noche desempolvamos la sombrilla, doblamos los bañadores en la maleta, y llenamos la fiambrera para el largo viaje. No nos olvidamos de meter en el bolsillo de la mochila La Cinta. Llegar a Benidorm sería una larga odisea.
Esa mañana mi padre bajó temprano a subir el equipaje a la baca del 1500, sobresalía un poco la sombrilla. Mientras, mi madre nos despertaba. Tomé el Cola Cao, y palpé preocupado la mochila. La Cinta seguía ahí, preparada. Como se perdiese, a mi padre le daría algo, faltaría el ritmo de las vacaciones.
Arrancamos rumbo a la playa, pero a los 100 metros, el primer semáforo. Abrimos las ventanillas. Las 8 de la mañana y ya un calor de mil demonios. En el coche de al lado sonaba I Don’t Care. En nuestro cassette, La Cinta llevaba sólo como un minuto, así que Black is Black encaraba el estribillo.
El otro conductor miró a mi padre y sonrió. ¿Benidorm también?
Hoy, 50 años después, palpo mi bolsillo mientras tomo el café. La Cinta sigue ahí, aunque la tengo que conectar al coche con un aparato especial a través del bluetooth.
Mi mujer prepara a los niños, yo ya metí la sombrilla en el maletero. Arrancamos. El primer semáforo se pone en rojo. Abro la ventanilla.
El coche de al lado tiene una canción rap que suena al demonio. Subo el volumen al Black is Black, pero cierro la ventanilla sin mirar al otro conductor y pongo el aire.
El planeta gira, en Madrid te achicharras en verano, Los Bravos seguirán sonando en mi coche para empezar las vacaciones.
Escucha Black Is Black, el himno de Los Bravos.
El Verano de Los Bravos