RoboCop. Película de acción de Paul Verhoeven
Reseña de Robocop (1987)
Un guión rescatado de la basura
Corría el año 1986. Paul Verhoeven era un director desconocido para Hollywood que acababa de rechazar por superficial la historia de un guionista amateur, Edward Neumeier, sobre un robot policía.
Por algún motivo el director holandés lo recuperó de la papelera, y después de una lectura más pausada descubrió el dilema moral y la crítica social que ocultaba RoboCop bajo esa coraza de metal. Después de un año de rodaje con un presupuesto de unos 10 millones de dólares, llegó a los cines RoboCop, la película que encumbró a Paul Verhoeven.
RoboCop representa una mordaz crítica social
Este clásico de la ciencia ficción y el cine de acción guarda en sus entrañas una crítica social despiadada que va más allá de los disparos. El Detroit que plantea Paul Verhoeven es un nido de ratas. Mientras Robocop patrulla por unas calles plagadas de delincuentes y sumidas en el descontrol, el director centra la trama de la película en temas como la corrupción política, la degeneración de un capitalismo salvaje, la ausencia de escrúpulos morales y la falta de ética en los medios de comunicación.
El director plantea estos problemas sociales con escenas cargadas de una brutalidad tremendamente visual y que resulta efectiva a la hora de anclar el mensaje en el espectador.
Por otro lado otorga al robot un conflicto interno sobre su naturaleza, un hábil recurso que da fondo y humaniza a un protagonista que de otro modo resultaría frío como el acero. Consigue de este modo distraer la atención del espectador sobre la naturaleza ficticia de RoboCop y hace que la trama y el personaje resulten creíbles. Resulta meritorio el haber conseguido que un personaje como RoboCop logre empatizar con el espectador.
Edward Neumeier y Paul Verhoeven consiguieron crear un personaje icónico y retratar una ciudad fría en un futuro cercano y a la vez lejano a la realidad. Exagerado sí, ¿pero lejano en los aspectos morales que trata?
Un guión rescatado de la basura
Corría el año 1986. Paul Verhoeven era un director desconocido para Hollywood que acababa de rechazar por superficial la historia de un guionista amateur, Edward Neumeier, sobre un robot policía.
Por algún motivo el director holandés lo recuperó de la papelera, y después de una lectura más pausada descubrió el dilema moral y la crítica social que ocultaba RoboCop bajo esa coraza de metal. Después de un año de rodaje con un presupuesto de unos 10 millones de dólares, llegó a los cines RoboCop, la película que encumbró a Paul Verhoeven.
RoboCop representa una mordaz crítica social
Este clásico de la ciencia ficción y el cine de acción guarda en sus entrañas una crítica social despiadada que va más allá de los disparos. El Detroit que plantea Paul Verhoeven es un nido de ratas. Mientras Robocop patrulla por unas calles plagadas de delincuentes y sumidas en el descontrol, el director centra la trama de la película en temas como la corrupción política, la degeneración de un capitalismo salvaje, la ausencia de escrúpulos morales y la falta de ética en los medios de comunicación.
El director plantea estos problemas sociales con escenas cargadas de una brutalidad tremendamente visual y que resulta efectiva a la hora de anclar el mensaje en el espectador.
Por otro lado otorga al robot un conflicto interno sobre su naturaleza, un hábil recurso que da fondo y humaniza a un protagonista que de otro modo resultaría frío como el acero. Consigue de este modo distraer la atención del espectador sobre la naturaleza ficticia de RoboCop y hace que la trama y el personaje resulten creíbles. Resulta meritorio el haber conseguido que un personaje como RoboCop logre empatizar con el espectador.
Edward Neumeier y Paul Verhoeven consiguieron crear un personaje icónico y retratar una ciudad fría en un futuro cercano y a la vez lejano a la realidad. Exagerado sí, ¿pero lejano en los aspectos morales que trata?
Dibujo del primer RoboCop,
la película de 1987
la película de 1987
RoboCop
Paul Verhoeven anticipa el declive en Detroit
Paul Verhoeven anticipa el declive en Detroit
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